Tierra
del Fuego es
uno de esos
lugares especiales,
distante del
resto del mundo,
con nombres
misteriosos,
una vasta historia
tanto en su
tierra como
en el mar que
la rodea, piratas,
mineros, pioneros.
Es la tierra
de los contrastes,
llamada "tierra
del fuego",
pero con un
clima frío;
con lugares
salvajes e inexplorados,
aunque los aviones
lleguen diariamente.
Sólo
puede ser visitada
por una ínfima
proporción
de la población
mundial. Para
la mayoría,
es un lejano
y secreto lugar;
incluso, años
atrás,
fue elegida
por National
Geographic para
su libro "Secret
Corners of the
World"
(Rincones Secretos
del Mundo).
Es un lugar
al que muchos
turistas vienen
por un par de
días,
hechan un vistazo
al pueblo, el
Parque Nacional,
recorren la
Ruta 3 y se
van. Los cruceros
se detienen
aquí
por cuatro o
cinco horas,
con la intención
que sus pasajeros
"experimenten"
esta tierra
en el fin del
mundo.
También
están
los otros, los
que vienen a
Tierra del Fuego,
deciden que
es aquí
donde quieren
estar, y se
quedan. O vuelven
una y otra vez
para descubrir
más nuestra
Isla. Lleva
tiempo y paciencia
aprender a conocer
un lugar, como
a una persona.
Y nuestra Isla
posee muchos
lugares, montañas,
lagos, bosques,
costa marina,
canales, praderas,
playas, pantanos,
pueblos.
Hay muchos mundos
secretos por
descubrir. Frecuentemente
esos lugares
especiales están
escondidos,
y pueden ser
pasados por
alto fácilmente.
A veces uno
sólo
tiene que sentarse
y esperar, sentir,
oler y observar
las pequeñas
cosas, aún
cuando parece
no haber nada
allí.
Esta enseñanza
llegó
a
mi años
atrás.
Con otro botánico
estábamos
conduciendo
por una ruta
en busca de
ciertas plantas
cuando comenzó
a llover. En
minutos la ruta
se tornó
barrosa y resbaladiza,
y nos encajamos.
Los alrededores
eran planicies
con un lago
somero a la
distancia, sólo
pasto corto
y sin plantas
interesantes,
eso creíamos.
No obstante,
dejamos nuestro
embarrado vehículo
y caminamos
hacia el lago.
Ahí encontramos
docenas de diminutas
plantas con
flores, ninguna
más alta
que una hoja
de pasto, y
la mayoría
de ellas nuevas
para nosotros.
Si no hubiéramos
tenido ese inconveniente,
nos las hubiéramos
perdido por
completo.
Este es el tema
de este libro:
tranquilidad,
silencio, atención,
observación.
Gustavo Groh
es uno de los
que se quedaron.
Vino a Tierra
del Fuego con
su familia a
los 15 años,
en 1986, y permaneció
aquí.
La fotografía
se convirtió
en su vida,
su forma de
expresarse.
En este libro
no trata de
mostrar las
ciudades, estancias,
las cosas hechas
por el hombre.
Ha pasado horas,
días
y meses buscando
los sutiles
rincones de
la naturaleza,
especialmente
el mar y el
cielo, las costas
y el bosque.
Estas son fotografías
que nos hacen
pensar, sentir
la esencia de
la tierra y
buscar esos
lugares para
nosotros mismos.
Para aquellos
que no tienen
el tiempo de
buscar esos
espacios para
ellos mismos,
las fotografías
de este libro
le brindarán
una idea sobre
Tierra del Fuego.
El lector querrá
estudiarlas,
absorberlas,
una y otra vez.
|